Mis queridos feligreses, ¡Saludos y que la paz de nuestro Señor esté con ustedes! ¡Feliz Fiesta del Nacimiento de Nuestra Santísima Madre! En este día de fiesta, me gustaría escribirles sobre el nacimiento y el amor.
El Concilio Vaticano II definió con palabras muy fuertes la tarea de los dos esposos que se enfrentan a la opción de dar vida a un hijo: "Deben darse cuenta de que cooperan con el amor de Dios Creador y son, en cierto sentido, sus intérpretes" (GS 50).
Los padres cooperan con Dios, el Creador. Es como si Dios, habiendo creado los cielos y la tierra y el hombre y la mujer, les hubiera dicho: "Ahora hazlo tú, te confío la tarea de continuar la creación, estaré a tu lado, estaré contigo, no te dejaré solo". Se dice que los padres "procrean", recordando precisamente lo que Dios hizo al crear al hombre y a la mujer.
La cooperación de los esposos con el Creador no termina aquí, porque hay mucho más. Son "cooperadores del amor de Dios", dice el Concilio, llamando a los esposos a dar a ese hijo la "chispa del amor de Dios". Estas son las palabras del Papa Francisco en Amoris Laetitia (172). El Papa vincula esos gestos naturales de amor que hacen los dos padres con el amor mismo de Dios.
"Este amor se les manifiesta a través del don de su nombre personal, el compartir el lenguaje, las miradas de amor y el brillo de una sonrisa" (AL 172). El nombre cuenta una identidad, cuenta la singularidad de ese bebé; la lengua la inserta en una historia y en una cultura; Las miradas y las sonrisas, acompañadas de la calidez del contacto, son las primeras palabras celulares del lenguaje del amor y del sentirse amado.
Todo esto el Papa lo llama una "chispa del amor de Dios" porque así es como Dios actúa. La imagen de la chispa es muy hermosa. La iniciación cristiana, parece afirmar el Papa, no comienza cuando dos padres piden el bautismo para ese hijo, ni con la catequesis que lo introduce en la vida cristiana, sino que comienza desde el seno materno y luego con esa gramática del amor que es natural en los gestos de todo padre y madre. Sin saberlo, sin ser plenamente conscientes de ello, el padre y la madre cooperan en el amor de Dios, interpretan -es decir, traducen- su amor con los gestos de su amor. Sin ser plenamente conscientes de ello, encienden una chispa que podría convertirse en un fuego que arde si, en el camino por venir, alguien ayuda a ese niño a leer en el amor que ha recibido las huellas de un amor más grande, el amor del Padre de quien proviene toda la paternidad en el cielo y en la tierra, y el amor de una madre Dios que habla y obra a través de ese padre y esa madre, instrumentos de su amor.
Feliz fiesta de nuestra Santísima Madre. Que dios te bendiga. En María Auxiliadora, permanezco, Padre Franco Pinto sdb